El Racó dels Veïns
Ariadna Gotarra
El pan recién hecho en la panadería de la esquina que duraba tierno más de una semana, la tiendas que reservaban tu talla porque no llevabas dinero en el momento, la tranquilidad de tomar una cerveza en la terraza de un bar… nada es como antes.
Hemos llegado a un punto en el que no reconozco ni a la vecina de enfrente. Actualmente vivimos en una sociedad de desconocidos, donde las redes sociales nos hacen creer que conocemos a todo el mundo, pero no sabemos quien esta detrás de la pantalla, donde tener un millón de seguidores te hace popular pero en los momentos duros no tienes con quién hablar.
Sigo en busca de aquello que antes era tan común. Encontrarte a la vecina con un acogedor: “buenos días Ariadna”. Los dependientes de toda la vida saludándome al pasar, preguntándome por mi madre y por como me iban los estudios a pesar de no comprar nada en ese momento. Esa preocupación que surgía si un día no ibas a por el pan y preocupada, la panadera preguntaba por ti a un tercero que te conocía. Sentarme en la terraza del bar y pedir “lo de siempre” sin necesidad de explicaciones ni rellanar una base de datos. Sin preocupación alguna por dejarme la cartera en casa, ya que me lo apuntaban para pagarlo al día siguiente. La confianza se ha perdido y ahora te miran mal a falta de solo 5 céntimos. O el encontrarte a tus amigos el mercado de los domingos sin necesidad de llamarlos o de compartir tu ubicación en Facebook. ¿Dónde han quedado todos esos momentos?
Estamos equivocados
Creemos que somos felices transmitiendo emociones a través de una pantalla, incluso nos sentimos menos felices si no las recibimos de vuelta. La satisfacción se encuentra cuando las personas, sin necesidad alguna, cuentan contigo por aprecio, por amor y porque quieren, no por la facilidad de mandar un whatsapp desde el móvil. Prácticamente ya no se hacen llamadas de una hora, aquellas en las que mantenías una conversación interesante. Ahora una llamada puede incluso llegar a ser molesta si interviene en una conversación de whatsapp, incluso alguno se pensaría si contestar la llamada si no tiene conexión al wifi por el consumo de datos, ya que si se te agotan los datos parece que el mundo se acabe.
¿A caso soy la única que se siente sola cuando en el bar todos están con el teléfono? ¿no es una falta de respeto? ¿o quizás una falta de educación? Estamos perdiendo muchos principios y costumbres que nos aportaban no solo felicidad, sino vida. Si no nos llegamos a conocer a nosotros mismos, ¿como vamos a poder conocer a los demás? No estoy llamando al rechazo de la tecnología porque es útil en muchos aspectos, pero nos consumen y no nos damos cuenta. Pocos saben poner limites y debe ser controlado. No tiene tanto que ver con la educación o los modales, ni mucho menos, es simplemente dejar las relaciones online a un lado para poder relacionarse en la vida real, algo tan simple que parece tan complicado para tantos. En esta vida seguimos el camino, las tecnologías y vamos innovando, pero porque no recoger esas costumbres del pasado y aplicarlas de cara al futuro, como hacen las modas, siempre cogiendo pequeñas cosas del pasado que dejamos de lado sabiendo que eran las mejores.